8 mar 2013

Gracias por tanto, "Zapatones"

Quien le iba a decir a Luis Aragonés que, 49 años después de su debut con el Atlético, un chaval de 14 años iba a estar escribiendo unas líneas sobre su gloriosa estancia en el conjunto del manzanares. Ver para creer estaría pensando él si llegase a leer esto. Pero 'zapatones' -apodo que le puso el periodista Javier Valdivieso por su larga zancada-, que tanta gloria y felicidad dio a la afición del manzanares, tanto como jugador como entrenador, merece esto y más. Luis tenía tanta confianza en sí mismo que, cuando pitaban penalti, él cogía el balón y decía 'ala, ya tenemos uno'.

No había nadie capaz de transmitir esa seguridad y confianza al vestuario. Un hombre trabajador y sacrificado. La hinchada rojiblanca hervía cada vez que el Atlético gozaba de una falta cerca del área, preveían algo grande. Zapatones cogía la pelota y nadie se lo discutía. Porque nadie como él para tirar las faltas, convirtiendo en medio gol una ocasión a balón parado. 

Lo mismo pasó ese 14 de mayo de 1974 que, por mucho que pese, quedará guardado en la retina del aficionado rojiblanco. Minuto 114 de la prórroga, empate a cero en el marcador. Falta al borde del área a favor del Atlético. Luis cogió la pelota y no falló. Supo como retrasar más de lo debido el balón para que pudiese superar la barrera y le funcionó. Disparó y, nada más ver como el balón superaba la barrera, Luis alzaba los brazos. Ni siquiera esperó a que entrase. Él sabía que era gol, probablemente uno de los goles más recordados en la historia del Atlético. Pero poco duró la alegría pues 5 minutos después empataba el Bayern obligando así a jugar un partido de vuelta. Este, junto a tantos, es uno de los ejemplos que demuestra la seguridad que Luis transmitía a sus compañeros. Un líder dentro y fuera del vestuario.





Pero no era todo talento. Luis también era una persona que se sacrificaba. Siempre, después de los entrenamientos, se quedaba a entrenar los disparos libres. Como hace Cristiano ahora vamos. Zapatones era un centrocampista con vocación de delantero, siendo el máximo goleador de la historia del club en partidos oficiales en todas las competiciones (172), segundo máximo goleador de la Liga en (123) y el único ganador de Liga y Copa como jugador y como técnico. Además, fue el autor del primer gol del Manzanares ante el Valencia el 2 de octubre de 1966, y anotó el primero del estadio en competición europea contra el Malmoe en la Recopa, diez días después de hacer el gol ante el Valencia.

Recapitulemos. Todo comienza el 7 de abril de 1964, cuando el Atlético anunciaba el fichaje de un lateral, un mediocentro y Luis Aragonés, por un total de 11 millones de pesetas. Luis llegó al Manzanares con 26 años y una importante trayectoria a sus espaldas en el Real Betis y Oviedo. Tras debutar en primera división con el Real Oviedo, pone rumbo a Sevilla para desenvolverse en el Betis. Allí empieza a llamar la atención como interior con una tremenda llegada, pudiendo así marcar 33 goles en 82 partidos. Tras tres temporadas en el conjunto verdiblanco pone rumbo al que va a ser el club de sus amores, el Atlético de Madrid.

Al Atlético llega ya como un jugador formado. De carácter, de los que si le daban la devolvía, o al menos así lo afirmaba Pepe Navarro, uno de sus compañeros de vestuario en la época. Meses después de la llegada de Luis a la ribera del manzanares llega Ufarte, un joven brasileño de calidad tremenda que sería el socio de Luis tanto dentro como fuera del campo. Con él formaría una banda derecha imparable, de las más potentes de Europa, que sería un pilar fundamental de los éxitos del Atlético en la época. El mismo Ufarte decía esto de Luis: "Era muy regular en su juego. No tenía altibajos y sumaba a su gran capacidad física mucho gol. Además, interpretaba muy bien el juego y, por eso, nos entendíamos a la perfección'.


Él mismo, poco después de llegar al Calderón, se haría uno de los líderes del vestuario atlético, más incluso que Adelardo, el capitán por aquella época. Luis era un jugador con mucho carácter, que imponía mucho respeto y mostraba siempre un rostro apático, pero que en el campo siempre apoyaba. Como anécdota podríamos recordar un partido en El Molinón en el que el Atlético se fue perdiendo por 2 a 0 al descanso y Luis, tras echar una tremenda bronca en el vestuario, tiró de garra y coraje y contagió a los suyos, haciendo que el resultado final fuese de 2-3 a favor de los colchoneros.

No obstante, Luis también tenía sus carencias. Esta era el trabajo defensivo. Los que compartían vestuario con él lo afirman. Aportaba mucho a la hora de crear juego y generar peligro pero poco a la hora de realizar tareas defensivas. Pero, ellos mismos afirman que para eso estaban los demás, para suplir la falta de trabajo de Luis defensivamente, pues este era determinante del centro del campo para adelante.

Pese a sus 35 años, Luis fue capaz de echarse al equipo a la espalda en la final de la Copa de Europa de 1974, con el 8 a la espalda. Primero con el gol en la prórroga que a poco estuvo de dar la victoria al conjunto rojiblanco y, luego en el vestuario, intentando animar a la plantilla tras el empate recibido obligando así a jugar un partido de vuelta. Porque en esa noche de tristeza general es Luis quien, por encima del mismo entrenador, el que anima a sus compañeros a olvidarse del partido disputado y a pensar en el de vuelta. En el partido de vuelta el Atlético encajó un 0 a 3 en el Vicente Calderón.


Porque su carácter y personalidad eran especiales y distintas al resto. Por eso a pocos extraño que, 48 horas después de asumir su última titularidad como jugador del Atlético, se proclamase director técnico del mismo. De esto, Adelardo opina que "No fue casualidad que Luis fuese entrenador de un día para otro, porque tenía mucha personalidad. Se le veía madera de técnico desde siempre".

El 26 de noviembre de 1974 Luis Aragonés saltaba al césped del Vicente Calderón con el respectivo chandal que le identificaba como entrenador del equipo. Pero esta ya es otra historia que, espero tratar más adelante. Mientras tanto, siempre nos quedará ese centrocampista que llegó al Atlético en 1964 para, diez años después, convertirse en entrenador del mismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario